Que barbaridad, no sabía yo que esto de escribir un blog iba a traer tantos celos por todas partes. Primero fue mi sobrino que también queria aparecer en el blog, el del bocata de croquetas y ahora mi marido, que me dice que no entra más a menudo porque no hablo de él.
Se va a enterar..... ahora voy a habar de él. Mi marido es un señor, porque ya ha cumplido los 45 años y a esa edad ya se es señor, que como todos los hombres del mundo tiene muchas virtudes y muchos más defectos, aunque esos, obviamente, el no los ve.
No en serio. Mi marido es uno de esos especímenes raros que nos encontramos de vez en cuando, que no piensa que me tiene que ayudar en la casa, sobre todo porque la casa es de los dos, que no piensa que me plancha los babies de los niños, porque tanto los babies como los niños son de los dos, que no se le caen los anillos por limpiar el baño, o recoger el salón o por pasar el aspirador...
Y todo esto además sin tener en cuenta lo bien que guisa. A mis hijos se les cae la baba cada vez que su padre les cocina Arroz con bogavante, la verdad es que a mi también. Así que espero que este domingo se digne y mientras yo me llevo a los niños a un taller en familia del Museo Thyssen, que por cierto recomiendo a todo el mundo que tenga niños, él nos prepare su famoso arrocito para cuando lleguemos comamos.
El de la foto es mi marido en San Sebastián
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